Sólo existe un lugar en el mundo
en el que se pueden encontrar a los cuatros grandes simios que habitan nuestro
planeta: orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos. Ese lugar es el zoológico
de la ciudad alemana de Leipzig y supone un enclave privilegiado para los
científicos encargados del estudio del comportamiento de nuestros parientes más
cercanos. Y de entre todos esos científicos sobresale la figura de Josep Call,
director del Centro de Investigación de Primates Wolfgang Köhler, que pertenece
al Instituto Max Planck de Antropología Evolucionista, y profesor de la escuela
de psicología y neurociencia de la Universidad de Saint Andrews, en Reino
Unido. Él escogió la opción de trabajar lejos de España por el óptimo
desarrollo de su carrera científica, pero califica de “vergonzosa” la política
de investigación que se está llevando a cabo en nuestro país. Su disposición a
mostrar su trabajo es absoluta y agradece con modestia nuestro interés en su
trabajo. Para mí es un honor y un placer contar con él en este blog.
Josep Call (JC). Resulta que nuestra especie se encuentra justo en medio
de este árbol evolutivo que has descrito, flanqueado por un lado por los
orangutanes y gorilas, y por el otro por los chimpancés y los bonobos. El hecho de que somos grandes simios resulta
inescapable. El ancestro común a todos
los homínidos que se hallan vivos actualmente cabe situarlo entre los 16 y 14
millones de años (de 4 a 6 millones de años si nos referimos a humanos,
chimpancés y bonobos). Dado que hay muy
pocos fósiles de cualquiera de esos dos ancestros comunes ya extintos, es muy
difícil saber qué conserva cada familia de éstos. Pero gracias al método comparativo,
podríamos inferir que se trataba de un primate que habitada zonas selváticas, probablemente
arbóreo, aunque con capacidad para desplazarse por el suelo donde buscaba
alimento, capaz de utilizar instrumentos y que vivía en grupo.
JAG. Los sofistas griegos, hace
2500 años, ya se preguntaron por aquello que distingue al hombre del resto de
los animales y la conclusión primera fue que ese elemento diferenciador era la
razón. Así surgió una primera definición de hombre como “animal racional”. Si
entendemos la razón como la capacidad de un individuo para resolver problemas a
los que antes no se había enfrentado, la definición es errónea, porque en la
actualidad la capacidad de aprendizaje y de adquisición de conocimiento de los
distintos homínidos está más que demostrada. Pero si al referirnos a la razón
de lo que hablamos es de la conciencia o del conocimiento de sí mismo como
individuo con pasado, quizá la definición primitiva siga teniendo vigor. ¿En
qué punto se encuentra la comunidad científica al respecto? ¿Cuál es su
opinión? ¿Seguimos siendo los poseedores en exclusividad de la razón?
JC. Si ésa es la definición que usamos para definir a un individuo como
racional, la verdad es que la ciencia no tiene mucho que decir sobre este
particular pues la verificación empírica de estas cuestiones no es nada
fácil. Se realizan avances en algunas de
estas áreas como por ejemplo en la llamada memoria sobre eventos particulares
(los grandes simios son capaces de recordar episodios que ocurrieron hace años),
pero si ésta se halla integrada en un sistema de autoconciencia, es todavía
algo que está por resolver. Piensa que la introspección juega un papel
fundamental en la resolución de estas cuestiones en humanos. Sabemos que otros
humanos conservan memorias del verano pasado cuando fueron de vacaciones porque
nos lo explican. De momento, que yo
sepa, la introspección en no humanos todavía no se ha logrado. Es, ciertamente, un tema fascinante, pero
debemos tener muy presentes cuáles son nuestros límites actuales a la hora de
dar respuestas científicas a estas preguntas en animales no verbales.
Si, en cambio, el vocablo “razón” o “racional” se utiliza como sinónimo
de flexibilidad mental y habilidad para realizar inferencias cognitivas,
entonces la respuesta es clara: nuestros parientes más cercanos son seres
racionales, y es posible que no sean los únicos.
JAG. Otra de las creencias que
durante mucho tiempo hemos tenido y que ahora parece desterrada es la referida
al uso de herramientas. Hasta hace relativamente poco pensábamos que éramos los
únicos capaces de usar diferentes utensilios para obtener un provecho, pero
ahora sabemos que otros homínidos también lo hacen. Sin embargo, sí que parece
que existe una gran diferencia entre todos ellos y los humanos, y es la
capacidad de acumular conocimiento. Lo que a veces se llama “efecto trinquete”.
Para los humanos el aprendizaje es una cuestión social, mientras que para el
resto de los primates es una cuestión individual. ¿A qué es debido esto? ¿Qué
papel ha jugado en la socialización la adquisición del lenguaje? ¿Es ésta causa
o consecuencia? Es decir, ¿primero nos convertimos en animales sociales que
desarrollaron el lenguaje o primero desarrollamos la capacidad de comunicarnos
y esto facilitó una socialización completa?
JC. Efectivamente, ésta es una de las grandes diferencias que se
observa entre la cultura humana y la cultura de los chimpancés. A diferencia de nuestra tecnología, la
tecnología del chimpancé podría ser inventada, en principio, por un único
individuo. Dicho de otro modo, un
chimpancé podría descubrir por cuenta propia una gran parte, por no decir toda,
la tecnología que observamos en los chimpancés.
No me parece que el conocimiento acumulado a lo largo de muchísimas
generaciones sea un ingrediente fundamental en la cultura del chimpancé. Obviamente, observar a otros individuos
realizar ciertas tareas facilita el aprendizaje individual, pero no resulta
estrictamente necesario. Al contrario, en los humanos el conocimiento acumulado
es fundamental. Me atrevo a decir que
hoy en día no existe un humano en la faz de la tierra que posea todos los
conocimientos necesarios para producir algo tan simple como un paper clip. Obviamente, uno podría
consultar el conocimiento acumulado y conseguirlo, pero se tiene que basar en
el conocimiento acumulado. Creo que fue
Newton quien dijo que “pude ver más lejos subido a los hombros de gigantes”.
Buscar una causa/efecto en estas cuestiones siempre es complejo pues
socialización, comunicación y lenguaje están íntimamente relacionados. Pero si quieres una respuesta simple yo te
diría que la comunicación precede a la socialización (al menos a la socialización
compleja), que a su vez antecede al lenguaje.
A menudo se utiliza el lenguaje como una bala de plata –algo que
transforma un sistema de forma irreversible–, pero se tiende a olvidar que el
lenguaje no pudo evolucionar de la nada.
Debieron de existir estructuras cognitivas complejas que antecedieron a
la aparición del lenguaje. De hecho, el
lenguaje se puede entender como un mosaico de capacidades cognitivas, algunas
muy antiguas como la comunicación intencional –que ya se observan en los
grandes simios no humanos– y otras (e.g.,
el control voluntario del aparato fonador) que únicamente han aparecido en la
línea homínida que desembocó en nosotros.
JAG. El paleoantropólogo Juan
Luis Arsuaga –conocido por sus investigaciones en los yacimientos de la Sierra
de Atapuerca– publicó a finales del siglo XX un libro titulado La especie elegida. En él abordaba
diferentes aspectos de la evolución para tratar de dar respuesta a esa
pregunta: ¿somos la especie elegida? ¿Usted qué opina…? ¿No somos nada más que
fruto del azar o somos la única posibilidad que cabía para el Homo sapiens? Desde que Lucy, o algún
Australopithecus pariente suyo, se pusiera de pie por primera vez, ¿estábamos
“condenados” a convertirnos en lo que somos hoy?
JC. Somos fruto del azar y de la selección natural. En absoluto estábamos predestinados a ser lo
que somos hoy en día. Si las presiones selectivas hubieran sido otras, nuestra
especie y las especies precedentes a la nuestra hubieran evolucionado de forma
diferente.
Tal vez debido a algunas películas de ciencia ficción se pueda tener la
sensación de que en cada planeta habitado uno tendría que encontrar una especie
de mono o al menos de humanoide que jugaría un papel parecido al que jugamos
nosotros en nuestro planeta. En realidad
ello no tiene por qué ser así. Piensa que
hace 150 millones de años nuestro planeta estaba dominado por dinosaurios. Y
tal vez dentro de otros 150 millones es muy posible que no quede rastro alguno
de nuestra especie.
JAG. Pasemos ahora a conocer algo
de los grandes simios, empezando por los orangutanes. Éstos son los únicos
homínidos que no nacieron en África y filogenéticamente son los más alejados de
nosotros. Pero, aún así, compartimos mucho con ellos, ¿no es así? ¿Qué parte de
su comportamiento o de su organización podemos reconocer como “humano”?
JC. Sí, efectivamente, los orangutanes son los que están más alejados
de nosotros desde un punto de vista filogenético. Sin embargo, hay algunas cosas en su
cognición a los que nos parecemos más que incluso a los bonobos. Por ejemplo, los orangutanes tienen una gran
facilidad para utilizar instrumentos. De hecho su nivel de inventiva es muy
elevado y en algunas tareas de resolución de problemas lo hacen incluso mejor que
los bonobos y los chimpancés. Su
organización social está basada en un macho adulto con varias hembras que
debido a la cantidad de alimento que necesitan y a la baja presión depredadora,
no forman grupos estables sino que llevan unas vidas semi-solitarias.
JAG. Es el turno de los gorilas.
Una de ellos, Koko, sirvió de inspiración al escritor Michael Crichton para dar
vida al simio de la novela Congo.
Esta gorila fue adiestrada en la Universidad de Stanford y ha llegado a poder
comunicarse con los humanos a través del lenguaje de signos. Dicen los
investigadores que Koko puede llegar a entender unas 2000 palabras. ¿Es esta
gorila una superdotada o cualquiera de su especie podía haberlo conseguido?
¿Existen experiencias similares con otros homínidos? ¿Dónde está el límite en
su aprendizaje? ¿Cuánto más podemos “humanizarlos”?
JC. No sé si cualquiera en su especie podría hacer esto, pero es
difícil saberlo pues no se ha trabajado mucho con gorilas en este tema. Sin saber si otros gorilas son capaces de
aprender lo que dicen que aprendió Koko, es difícil saber si se trata de una
superdotada. Este tema se ha estudiado más
con chimpancés y bonobos, e incluso con un orangután. Hay varios ejemplos de
grandes simios aprendiendo el lenguaje de los signos americano para comunicarse
con humanos. El límite de su aprendizaje tal vez se encuentra en la motivación
que les lleva a comunicar. La gran mayoría de veces simplemente responden a
preguntas (¡que no está nada mal!) o piden cosas bastante concretas (comida o
visitar un lugar determinado); tienen lo que se suele llamar un discurso
imperativo, no tanto un discurso declarativo.
JAG. Hablar de chimpancés es
hablar de Jane Goodall. Ella ha dedicado su vida a conocer su mundo y a
difundirlo. Su papel ha sido fundamental en el activismo ambiental y en la
divulgación de la ciencia. Ha sido así hasta tal punto que en el año 2003
recibió el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica.
¿Cómo valora usted su experiencia y su papel en el conocimiento de la etiología
de estos simios? ¿Cree que conocer el mundo animal ayudará a protegerlo y
respetarlo?
JC. Goodall fue una pionera en el campo de la primatología y descubrió
cosas que otros investigadores no habían ni soñado. Su primera monografía es un ejemplo de cómo
realizar investigación etológica de campo. Es fantástica. Creo que se publicó en
1968, y todavía está muy vigente en muchos sentidos. Se nota que la escribió
alguien con mucho talento y dedicación. Su libro sobre los chimpancés de Gombe
(1986) es todo un clásico, referente obligado y un modelo que han seguido
muchos de sus colegas.
Y sí, claro, creo que conocer ayuda a apreciar, pero ello no es únicamente
aplicable al mundo animal sino también a otras culturas humanas.
JAG. Y por último, lo bonobos. Hace
un par de años se terminó la secuenciación de su genoma, un proyecto con
participación española gracias a la presencia del grupo de Tomás Marqués Bonet.
Se suele decir que el parecido entre bonobos y chimpancés (los dos pertenecen
al mismo género) es comparable al existente entre los humanos actuales y los
neandertales. También se dice que son nuestros parientes más sociables, a
diferencia de los chimpancés, cuya relación dentro del grupo de los distintos
individuos puede llegar a ser bastante agresiva. ¿Tiene alguna ventaja
evolutiva uno de estos dos comportamientos frente al otro? ¿Qué más diferencias
notables alejan a los bonobos de los chimpancés y los acercan a los humanos?
JC. Creo que aquí ha habido bastante prensa rosa y en gran parte esto
es debido a que alguno de mis colegas ha querido vender la idea de que los
bonobos son una especie de primate hippie
mientras que los chimpancés son poder y agresividad pura. No estoy en absoluto de acuerdo con esta
caracterización. Es cierto que hay diferencias entre chimpancés y bonobos en lo
que a agresividad se refiere y que tal vez los bonobos tienden a utilizar
conductas socio-sexuales más a menudo que los chimpancés cuando hay conflictos,
aunque los chimpancés también las utilizan (e.g.,
besos, montas). Lo que sucede es que las diferencias entre bonobos y chimpancés
se hallan más en las formas que en el contenido. Los bonobos, de hecho, pueden ser muy
agresivos, lo que sucede es que en bonobos son las hembras las que practican la
agresión más despiadada. Además, la agresión del chimpancé es mucho mas pública
(grandes despliegues intimidatorios por parte de los machos mientras todo el
mundo corre a buscar refugio), mientras que la agresividad en el bonobo es más
privada, llama menos la atención. Una mirada por parte de una bonobo hembra, y
los bonobos machos adolescentes se pueden mostrar aterrados. Ello sería
impensable en los chimpancés; en todo caso, si sucediera, los roles sexuales
estarían intercambiados.
JAG. Para acabar, una pregunta
sobre su experiencia personal. Usted ha desarrollado toda su carrera científica
lejos de España. ¿Ha sido ésta una elección libre o no ha tenido más opción?
¿Podía haber desarrollado su carrera científica en nuestro país y alcanzado un
punto similar al que ahora se encuentra? ¿Cree que la política científica
española actual favorece la huída al extranjero de futuros y prometedores
investigadores?
JC. Sí, fue una elección libre porque en España no podía haber obtenido
la formación que obtuve en el extranjero. Me podría haber quedado en España,
pero mi carrera académica se hubiera visto perjudicada, o, si se prefiere, no
se hubiera desarrollado al mismo ritmo. De eso estoy completamente convencido. La
política actual no es que favorezca la huida sino que la estimula. Es
vergonzoso que no exista una política de investigación a largo plazo (con
previsiones para más de diez años) que no esté sujeta a los cambios de éste o
aquél gobierno. La ciencia necesita tiempo,
recursos y talento. A una planificación
cuidadosa se le debe añadir una inversión importante y la confianza en el plan
que se ha trazado.
JAG. Y una recomendación final. ¿Podría
aconsejarnos un libro, de temática científica o no, que piense que no podemos
dejar de leer?
JC. Acabo de leer uno sobre memorias autobiográficas involuntarias, de
Dorthe Berntsen (Cambridge University Press). Es un libro técnico, pero muy
interesante por los procesos cognitivos que explora en relación a nuestras
memorias personales.
JAG. Muchísimas gracias. Ha sido
un verdadero placer.
JC. Igualmente, y gracias por su interés en este tema.
Muy interesante y riguroso. Sabe a poco. Quiero más.
ResponderEliminarMuchas gracias, Diego.
ResponderEliminarLa verdad es que interesante y riguroso son dos de los múltiples adjetivos que admite Josep Call; un científico como la copa de un pino.
Un abrazo.
Una entrevista bien preparada. Me ha gustado el enfoque. Sigue así J.A. Garrido
ResponderEliminarJosh A., muchas gracias por tu ánimo. Lo de preparar bien las entrevistas es un imperativo por el respeto enorme que les tengo tanto a los entrevistados como a los posibles lectores.
ResponderEliminarUn abrazo.