miércoles, 24 de diciembre de 2014

NECESITAMOS UN MUNDO DE SANIDAD GLOBAL. ESTEBAN DOMINGO.


Publicar en las revistas científicas Cell, Science o Nature es la aspiración natural de cualquier joven investigador. Hacerlo en las tres está al alcance de muy pocos. Pero que sea así y que esto sólo sea un apartado más de un brillante currículo es algo que sólo "los elegidos" pueden decir. Esteban Domingo es autor de casi cuatrocientas publicaciones de alto índice de impacto y como reconocimiento a su carrera científica, además, ha sido investido Doctor Honoris Causa por varias universidades europeas, ha sido galardonado con el Premio de la Fundación Carmen y Severo Ochoa, o el de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, ha sido director del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa y en la actualidad es el presidente de la Sociedad Española de Virología. Nadie como él para acercarnos al mundo de los virus. Esteban Domingo se convierte en un Cicerone de lujo que nos guía en esta entrevista por un universo apasionante.



José Antonio Garrido (JAG). Comencemos hablando de los virus. Aunque éstos llevan con nosotros desde mucho antes de que el primer mono se pusiera de pie, la comunidad científica es consciente de su presencia sólo desde hace poco más de ciento veinte años, cuando el científico ruso Dimitri Ivanovski retuvo por primera vez en un filtro al del mosaico del tabaco. Pero, utilizando el título de un libro de Raymond Carver, ¿de qué hablamos cuando hablamos de virus? ¿Se les puede considerar seres vivos?

Esteban Domingo (ED). Hablamos de partículas discretas transmisibles que incluyen en su interior un ácido nucleico (ARN o ADN) que es el material genético que codifica un programa de expresión de proteínas y de interacción con la célula hospedadora que permite su multiplicación en el interior de la célula. La vida, tal como la entendemos en este momento, no tiene una sola propiedad que la define, sino un conjunto de propiedades cuya conjunción permite distinguir a un ser vivo de un ser no vivo. Estas propiedades que son los ingredientes de la vida son: capacidad de multiplicación, transmisión hereditaria y evolución, presencia de un metabolismo y compartimentación, que implica que células o agregados de células mantienen un ambiente separado del medio exterior. Los virus tienen el primer grupo de propiedades típicas de los seres vivos: la capacidad de multiplicación, de mantenimiento de información heredable y de evolución.


JAG. Llevamos ciento veinte años aprendiendo cómo se multiplican los virus, cuáles son los mecanismos que le permiten infectar a casi cualquier tipo de célula o cómo los organismos complejos han aprendido a defenderse de ellos. Y de todo este estudio, tradicionalmente se ha ocupado la microbiología. Pero hace unos años surgió, a partir de ésta, una rama conocida como virología que se encarga en exclusividad del estudio de los virus. No obstante, tengo la impresión de que le está siendo costoso romper el cordón umbilical para mostrarse definitivamente como un área de conocimiento independiente. ¿Es así? Y si es que sí, ¿a qué es debido?

ED. En España la virología no ha sido reconocida como área de conocimiento a pesar de esfuerzos muy notables y continuados  por parte de la Sociedad Española de Virología que incluso presentó la solicitud de la virología como área de conocimiento al Parlamento de España. La negativa se justificó por razones puramente administrativas pero lo cierto es que en otros países desarrollados la virología es área de conocimiento (o su equivalente administrativo) lo que ha permitido a esos países avanzar en su desarrollo y enseñanza y establecer más relaciones entre la ciencia básica y la clínica. La realidad es que la virología tiene un cuerpo científico propio distinto de otras áreas de la Microbiología y lo que refleja la negativa a su reconocimiento como área de conocimiento es la tradicional falta de interés por la ciencia que demuestran continuadamente los políticos y gobiernos que rigen los destinos de España. Dado el creciente carácter trans-disciplinar de la ciencia, podría pensarse que no reconocer a la virología (u otra rama de la ciencia) como área de conocimiento es cada vez menos relevante porque la ciencia moderna borra fronteras entre disciplinas. Ello es cierto en un contexto general de ciencia avanzada como puede ser la de los países desarrollados, pero no lo es en el caso de España. La razón es que los reconocimientos administrativos en España son todavía importantes para tener acceso a los escasos recursos que se destinan a la ciencia, a pesar de su reconocido papel impulsor de la economía.


JAG. Entre 1954 y 1975 se otorgaron cinco Premios Nobel de Fisiología o Medicina a científicos cuyas líneas de investigación estaban relacionados de una u otra manera con los virus. Podríamos decir que en estas dos décadas la virología vivió su momento álgido. Pero luego tuvimos que esperar hasta 2008 para que le otorgaran de nuevo el galardón a científicos que hayan dedicado su trabajo a los virus (los franceses Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi al VIH, y el alemán Harald zur Hausen al virus del papiloma humano). ¿Es esto una prueba más del bajo peso que tiene la virología en la investigación actual o, por el contrario, indica que está a punto de comenzar una nueva era donde se convierta en protagonista de la actualidad científica?

ED. Los Premios Nobel no son el único marcador de vigencia científica. Por otros parámetros como pueden ser el impacto sanitario y económico de las enfermedades víricas humanas, de animales y de plantas, o la emergencia periódica de enfermedades que amenazan la salud pública (como es la epidemia de Ebola que sufrimos en estos momentos), o la aplicación de los virus en nuevas terapias, entre otros  aspectos, la virología tiene un gran peso tanto en investigación básica como en la práctica clínica.


JAG. Los virus pueden clasificarse, atendiendo al material genético que posean (ADN o ARN, de cadena sencilla o doble cadena) en siete grupos. ¿Pero cómo se relacionan filogenéticamente unos con otros? O más concretamente, ¿de dónde vienen los primeros virus, cuáles fueron, cuál es su origen evolutivo y cómo evolucionaron para dar lugar al resto de los grupos?

ED. No hay suficientes similitudes entre virus dispares para poder deducir cuáles de ellos precedieron a  otros en la evolución de la vida. El modelo más aceptado actualmente es que los virus coexistieron, como entes primitivos capaces de multiplicarse, con las primeras estructuras pre-celulares, y que actuaron como agentes de transferencia de genes. Otro modelo favorece que los virus solo empezaron a existir cuando un mundo celular estaba ya bien organizado. Suele pensarse que los virus con ARN son más antiguos que los virus con ADN debido a la buena evidencia de que las formas primitivas de vida pre-celulares estaban formadas probablemente por ARN o cadenas parecidas al ARN. No obstante, no hay una base suficiente para concluir que los virus con ARN precedieron universalmente a los virus con ADN.


JAG. Hoy sabemos que uno de los problemas que se nos presenta en la lucha contra los virus se debe a su alta variabilidad genética. Es decir, a la gran capacidad de cambio que tienen debido, principalmente, a la alta tasa de error que posé la enzima que participa en su replicación (proceso de duplicación del material genético). Es algo así como la ventaja de la imperfección. El virus es capaz de escapar al control de los organismos a los que ataca gracias a su plasticidad genética. ¿Se pueden considerar a los virus, en este sentido, un paradigma de la evolución? ¿Tienen los distintos tipos de virus, distintas tasas de mutación? ¿Existe relación entre estas diferencias y la capacidad infecciosa de un virus?

ED. Estas afirmaciones son totalmente correctas. La mayoría de virus patógenos, particularmente aquellos con ARN como material genético, mutan con tasas que son casi un millón de veces mayores que las del DNA de células normales. Ello les confiere una gran plasticidad y adaptabilidad a cambios ambientales. En cambio, los virus con DNA complejos muestran tasas menores de mutación pero explotan otras formas de variación genética como pueden ser la recombinación (formación de virus “mosaico” entre dos padres distintos) o cambio en el número de copias de algunos de sus genes. Por tanto, la variabilidad de los virus es un factor importante para su infectividad y supervivencia en la naturaleza.


JAG. En torno a todo lo anterior surge, hace unos años, el concepto de cuasiespecie vírica para referirse a los distintos genomas encontrados para un mismo virus sometido a una continua variación en su material genético. ¿Cómo se plantea desde ese momento la lucha contra los virus? ¿Han cambiado las estrategias para el control de las enfermedades víricas?

ED. La estructura en cuasiespecies es la base de la adaptabilidad de los virus y el reconocimiento de sus implicaciones ha forzado a buscar nuevos diseños antivirales que se están abriendo camino en investigación básica y gradualmente en aplicaciones clínicas. Por ejemplo, la monoterapia (empleo de un solo inhibidor de un virus) que hace tan solo cuatro décadas se consideraba la estrategia farmacológicamente correcta, ahora ya prácticamente no se usa porque da lugar a la selección de virus resistentes al inhibidor, con el consecuente fracaso terapéutico. Actualmente se aplican terapias de combinación para lograr una inhibición más completa de la replicación de los virus y se están explorando otras estrategias que tratan de extinguir el virus antes de que puedan seleccionarse mutantes resistentes. El gran éxito de la lucha contra el SIDA proviene de la aplicación de terapias de combinación que pueden controlar la carga viral.


JAG. Si hay un virus que en estos días se haya hecho muy presente en nuestro día a día ése es el virus del Ebola. Su genoma es bastante pequeño –sólo tiene unos 19000 nucleótidos (un ser humano, por ejemplo, tiene unos 3000 millones)– y codifica sólo siete proteínas estructurales. Pero, ¿esta simplicidad es única de este virus o es una característica común a todos ellos? ¿Qué hace al virus del Ebola tan especial en cuanto a su capacidad infecciosa?

ED. La mayoría de virus ARN patógenos son tan sencillos (respecto al número de nucleótidos) como el Ebola. La capacidad infecciosa no se relaciona con el tamaño del genoma. El virus Ebola y el virus de la inmunodeficiencia humana son particularmente virulentos porque atacan células del sistema inmune que en condiciones normales son las que deben defender al organismo de virus invasores. El virus Ebola, además, afecta al sistema vascular, produciendo hemorragias que son la principal causa del  carácter altamente letal del virus. Estudios comparativos han demostrado que precisamente el virus Ebola no es de los patógenos más contagiosos descritos. Por dar un ejemplo, el virus del sarampión es mucho más transmisible. La falta de condiciones sanitarias en Africa y la escasa información al público han sido las causas principales del desarrollo de la epidemia de Ebola en Africa.


JAG. Otro virus de sobra conocido por la sociedad es el responsable de la enfermedad del SIDA, el VIH. Recientemente, el periodista científico Jon Cohen ha publicado en la revista Science que el virus surgió en la actual República Democrática del Congo en torno a 1920. Dice que hay documentados hasta trece casos diferentes en los que un virus similar saltó desde distintos simios a los humanos, pero que sólo uno de los virus (el conocido como HIV-1 grupo M) fue capaz de generar la epidemia que ya se ha cobrado unos setenta y cinco millones de infectados en todo el mundo. ¿Es tan habitual esta capacidad de los virus por cambiar de huésped?

ED. Varios estudios han documentado que el virus de la inmunodeficiencia humana ha sido introducido en la especie humana en varias ocasiones a partir de virus parecidos de simios. La flexibilidad genética de los virus a la que nos referíamos antes se refleja también en su capacidad de saltar de un hospedador a otro de una especie animal o vegetal (en el caso de virus de plantas) distinta. Es una capacidad no sistemática pero tampoco infrecuente, de modo que actualmente se considera que la mayoría de virus emergentes humanos provienen de alguna reserva animal. En lenguaje especializado se dice que son virus zoonóticos.

JAG. ¿Afectaría el gran desarrollo actual de los medios de transporte de personas en la expansión de una nueva epidemia con un origen similar a la del SIDA? ¿La haría mucho más peligrosa?

ED. Entre los factores que promueven la emergencia de virus se señalan el transporte de hombres y animales y, cuanto mayores son la intensidad y extensión del transporte, mayor es la probabilidad de que un virus potencialmente patogénico alcance otro lugar del planeta. Un mundo globalizado es más proclive a la transferencia de agentes patógenos. El mundo está abocado a afrontar una sanidad “global” además de las sanidades “locales”.


JAG. A pesar de lo que pueda parecer, no todos los virus son perjudiciales para el hombre. Es más, la inmensa mayoría de ellos son inocuos para nuestra especie. Incluso podríamos decir que el uso de los virus con aplicaciones agronómicas o como vectores de transmisión en terapia génica viene a reivindicar la necesidad de conocerlos y controlarlos para obtener de ellos el máximo beneficio. ¿Por dónde cree que pasa el futuro a corto plazo del estudio de los virus?

ED. Es totalmente cierto que muchos virus (quizás la mayoría) no son patógenos sino que contribuyen a los sistemas biológicos de modo positivo, lo que refuerza más todavía la propuesta de que los virus han coexistido durante mucho tiempo con el mundo celular. La enfermedad es una consecuencia indeseada de su interacción con el mundo celular pero no su actividad principal.  La experiencia nos ha demostrado que es altamente arriesgado hacer predicciones sobre desarrollo científicos. Ya que me lo pide, creo que la ciencia está abocada a estudios sobre complejidad en ramas tan dispares como la física o la biología, en contraposición a la ciencia reduccionista que tanto contribuyó al progreso de la humanidad durante los siglos 19 y 20.  Complejidad se refiere a fenómenos resultantes de muchos factores interconectados pero que no se explican por la suma de los factores considerados individualmente.  Entre ellos está la actividad mental como consecuencia de interacciones neuronales o, precisamente, la predicción de enfermedades emergentes. En mi opinión los virus, tanto estudiados en el campo como en el laboratorio, pueden  aportar mucho como sistemas experimentales para entender complejidad biológica.


JAG. Y para terminar, una recomendación. ¿Podría aconsejarnos algún libro, de carácter científico o no, de lectura imprescindible?

ED. Recientemente me ha ayudado mucho el libro de Manfred Eigen titulado “From Strange  Simplicity to Complex Familiarity”, Oxford University Press, 2013. Es una excelente simbiosis de física y biología (como otras obras de Eigen) pero reconozco que el lector debe tener afición a cultivar la transdisciplinaridad para poder disfrutarlo.


JAG. Muchísimas gracias. Ha sido un placer.

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