martes, 28 de octubre de 2014

EMULANDO A LA NATURALEZA. CARMEN NÁJERA

Que la Ciencia se escribe aún en masculino es un hecho. Un ejemplo de ello lo encontramos en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, la institución del saber científico más destacada de nuestro país. Ésta la constituyen, según sus propios estatutos, 54 académicos numerarios y 90 correspondientes nacionales, además de un número no determinado de académicos supernumerarios y correspondientes extranjeros. Pues bien, de todos éstos, apenas un ocho por ciento son mujeres, siendo Carmen Nájera Domingo la última en ingresar en el organismo. Ella es catedrática en Química Orgánica en la Universidad de Alicante, coautora de más de 300 artículos de investigación y ha impartido clases magistrales en la University of Arizona in Tucson (EEUU), Universidad Nacional del Sur en Bahía Blanca (Argentina), Louis Pasteur University in Strasbourg (Francia) y la Ecole Nationale Superiéure de Chimie de Paris (Francia). Hoy es un placer para mí contar con su experiencia y su amabilidad.




 
José Antonio Garrido (JAG). Buenos días, Carmen. Antes de nada, quería agradecerle esta entrevista. En el pasado mes de enero de este mismo año (2014) usted tomo posesión de su plaza como miembro numerario en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y tituló su discurso de ingreso como Síntesis catalítica asimétrica ¿Es posible emular a la naturaleza? Para empezar, hablemos de la catálisis. ¿En qué consiste este proceso y por qué es tan importante en el desarrollo de ciertas reacciones químicas? ¿Qué son los catalizadores?

Carmen Nájera (CN). La síntesis catalítica asimétrica es una estrategia que permite la preparación de forma eficiente y sostenible de un único enantiómero tratando de imitar a los organismos vivos. Así como los sistemas biológicos utilizan enzimas como catalizadores, la catálisis asimétrica utiliza catalizadores químicos de diseño como complejos metálicos u organocatalizadores quirales. Estos procesos sintéticos son importantes ya que con una mínima cantidad de catalizador quiral se pueden generar grandes cantidades del producto deseado enantiomericamente puro. Por tanto, estos procesos tienen una implicación económica decisiva sobre todo en la industria farmacéutica, pero también en la alimentaria, agroquímica, de aromas, etc.  El papel de cualquier catalizador es acelerar un proceso tanto químico como biológico.

 
(JAG). En la naturaleza existen multitud de parejas de sustancias que, presentando la misma configuración química elemental e incluso las mismas propiedades físicas, se diferencian la una de la otra en la forma en la que desvían la luz. A la molécula capaz de presentarse de estas dos maneras se le llama quiral mientras que a cada una de estas dos especies se les conoce como enantiómeros. Como digo, en la naturaleza existen infinidad de estos compuestos ópticamente activos, pero la mayoría de ellos presentan predilección por uno de los dos enantiómeros, produciéndolo de manera mayoritaria. ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué importancia puede tener?

CN. Este es un misterio que todavía no ha sido resuelto. De las muchas teorías, la más plausible es la que asume que un enantiómero es más estable que el otro. El problema es que la diferencia de energía calculada es tan pequeña que hoy en día no se disponen de métodos experimentales para medirla. La preferencia de la naturaleza por generar mayoritariamente un enantiómero respecto al otro ha generado un tipo de biomoléculas y por tanto un tipo de vida que es la que conocemos en nuestro planeta tierra.

 
JAG. Un ejemplo que puede resultar paradigmático sobre el comportamiento de los enantiómeros lo escenifica lo ocurrido con la talidomida a principios de los años sesenta del siglo XX. Éste fue un medicamento que se le administró a un gran número de embarazadas para tratar las náuseas y que provocó malformaciones congénitas a los bebés. Lo que en realidad sucedió fue que no se tuvo en cuenta que existían dos especies para la talidomida que desviaban el plano de la luz de manera distinta. Es decir, que existían dos enantiómeros y uno de ellos fue el responsable de las alteraciones de aquellos fetos. ¿Pudo haberse evitado aquella desgracia? ¿Se han tomado medidas sanitarias al respecto desde entonces? ¿Sería posible que volviera a darse un caso similar?

CN. Fue precisamente este desgraciado accidente con la talidomida el que modificó profundamente la industria farmacéutica. A partir de ese momento las agencias regulatorias de medicamentos exigen para cada nuevo fármaco realizar el estudio de la actividad biológica de cada uno de los enantiómeros. Precisamente, las propiedades biológicas y farmacológicas de cada uno de los enantiómeros suelen ser diferentes. Por tanto, hoy en día es prácticamente imposible que vuelva a suceder un accidente similar al de la talidomida.

 
JAG. Volviendo ahora a su discurso de ingreso en la Academia, ¿es posible emular a la naturaleza? ¿Se puede elegir en el laboratorio entre sintetizar uno u otro enantiómero? ¿Es esto lo que se conoce como síntesis catalítica asimétrica?

CN. Como ya he mencionado anteriormente, hoy en día tenemos los instrumentos y la tecnología adecuados para poder imitar a la naturaleza sintetizando uno u otro enantiómero, aunque con muchas limitaciones.  Para ello la síntesis catalítica asimétrica es la estrategia más eficaz para llevar a cabo dicha preparación. Este tipo de metodología fue reconocida por la comunidad científica con la concesión del Premio Nobel de Química en el año 2001 a los químicos orgánicos W. S. Knowles, R. Noyori y K. B. Sharpless. Sin embargo, hay que reconocer que para diseñar y sintetizar catalizadores tenemos que recurrir a la utilización como materias primas de productos naturales quirales de los que podamos disponer en grandes cantidades y que sean renovables. Todavía estamos lejos de conseguir generar quiralidad de forma práctica sin utilizar las fuentes naturales, aunque se está trabajando en este campo tan apasionante.

 
JAG. Cambiemos de tercio. En el año 2010 usted recibió el premio de la Sociedad Francesa de Química por su trayectoria investigadora y su trabajo a la hora de internacionalizar la química, convirtiéndose así en la primera científica española en alzarse con el prestigioso galardón. ¿Qué supuso este premio para usted? ¿Cuál es y cuál debería ser el papel de los premios unipersonales en el mundo de la investigación?

CN. El premio franco-español Miguel Catalán-Paul Sabatier reconoce la trayectoria investigadora y también la colaboración con la comunidad científica francesa de un químico español. En mi caso fui propuesta por la División de Química Orgánica de la Sociedad Química de Francia. Durante los últimos 15 años he tenido el honor de ser nombrada Profesora invitada en la Universidad de Estrasburgo y en la Escuela Nacional Superior de Química de París así como a dar varias conferencias en diferentes universidades francesas. Respecto a mi labor investigadora, no hubiera sido posible sin el trabajo de mi grupo de investigación. Para nuestro grupo este premio ha sido un gran reconocimiento por parte de la comunidad científica francesa. Respecto al papel de los premios unipersonales, en ciencia siempre se trata de reconocer la labor investigadora del equipo que ha formado dicho investigador.

 
JAG. Por otro lado, usted, junto a otros colegas, fundó en el año 2002 la empresa Medalchemy, centrada en el desarrollo de productos farmacéuticos con interés terapéutico. ¿Considera imprescindible la transferencia del conocimiento generado en el ámbito público al mundo empresarial para que éste le saque el máximo rendimiento posible a sus aplicaciones? A pesar de esto, ¿es rentable la ciencia básica? ¿Tiene sentido invertir en esa idea un tanto romántica del “conocimiento por el conocimiento”?

CN. La transferencia de conocimiento generado con financiación pública es muy importante y necesaria para la sociedad, siempre que sea posible. Además, la ciencia básica siempre es rentable a largo plazo. Lo que es más complicado es que sea rentable a corto plazo, como así lo ha demostrado la historia. La generación de conocimiento ha sido y sigue siendo el motor del desarrollo de la humanidad.

 
JAG. La actual situación económica parece ser capaz, por si sola, de dar respuesta a todo lo que pasa a nuestro alrededor. Si nos preguntamos por qué baja el precio de los pisos, la respuesta es la crisis; si nos preguntamos por qué estamos dejando morir lentamente al sistema sanitario público español, la respuesta es la crisis; si nos preguntamos por qué se está dejando de invertir en cultura, la respuesta es la crisis. Incluso al hecho de que los estudiantes estén abandonando las facultades de ciencias puras se les da la misma respuesta. ¿Cree usted que la única responsable de que la química no genere un verdadero interés a los estudiantes universitarios es la crisis? ¿Es ésta la culpable del desencanto? ¿Volverán los estudiantes cuando la situación mejore? ¿Qué podemos hacer para atraer a los alumnos?

CN. Todo es cuestión de prioridades y de una buena gestión de los recursos. La crisis no debería afectar demasiado a los derechos básicos de los ciudadanos entre los que se encuentra la educación. La falta de interés de los estudiantes por las ciencias puras actualmente es debido al mal planteamiento del sistema educativo y también a la falta de educación de ciencia básica en nuestra sociedad. Lo que ha de hacerse es contemplar y favorecer la enseñanza de ciencias puras en los planes de estudio.

 
JAG. ¿Y qué papel cree que juega en todo esto la divulgación científica? ¿Cree que el hecho de acercar la ciencia a la sociedad puede hacer que se acorte la distancia entre el laboratorio y la calle?

CN. Por supuesto que la divulgación científica es muy importante para la sociedad. En este sentido es nuestro deber como científicos acercar la ciencia a la sociedad.

 
JAG. ¿Cuál es la radiografía que hace usted de la situación de la ciencia en nuestro país y cuál es la que prevé en el futuro más cercano?

CN. Durante unos 35 años, este país ha invertido de forma continua fondos públicos en ciencia. Este esfuerzo ha permitido un desarrollo espectacular de la ciencia en nuestro país. Concretamente la Química española ocupa el segundo lugar después de la Medicina Clínica según los datos del ISI de septiembre de 2014. Sin embargo, en la última década la financiación y la incorporación de investigadores ha sufrido un retroceso tan grande que será difícil de superar si se continúa con estas políticas tan restrictivas.

 
JAG. Para finalizar, le pido una recomendación. ¿Podría aconsejarnos algún libro, de carácter científico o no, cuya lectura le haya dejado un agradable sabor de boca?

CN. Todos los libros de Asimov siguen siendo muy interesantes y muy accesibles. El último libro que he leído ha sido “Medicamentos” de Enrique Raviña Rubira.

 
JAG.Muchísimas gracias por todo. Ha sido un placer.

 

lunes, 20 de octubre de 2014

VOY A HABLAR DE LA ESPERANZA. CARLOS LÓPEZ-OTÍN.


No es inusual que investigadores y profesores que en su día optaron por la opción científica o técnica sean humanistas convencidos. Entre ellos es fácil encontrar a grandes y profundos lectores. Pero un paradigma singular lo representa Carlos López-Otín. A este bioquímico oscense, amante de la obra de Borges, discípulo de Eladio Viñuela y catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo, su extenso bagaje científico y la lista de los premios que reúne no le hacen perder los pies del suelo. De gesto amable y discurso calmado, afirma que lo que verdaderamente valora es el aprecio de sus discípulos y el respeto de sus colegas. Guarda como oro en paño un verdadero tesoro literario que nos desvelará en esta entrevista en la que además desgranará por dónde discurren los cauces de su investigación. Es académico de número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y pasea con admiración por la ficción de Saramago o Eduardo Galeano. Para mí, es un placer contar con su lucidez y su generosidad en este blog y en esta entrevista que hoy lleva su nombre.






José Antonio Garrido (JAG). Buenos días, profesor. Es un placer poder hablar con usted. Uno de los científicos más reconocido a nivel internacional y más respetado. Su laboratorio, a grandes rasgos, trabaja en tres líneas de investigación distintas. La primera de ellas relacionada con el cáncer, la segunda, con el envejecimiento y la tercera, con el análisis funcional del genoma. Comencemos hablando de la primera: el doctor Joan Massagué ha afirmado recientemente que antes del año 2050 el cáncer estará controlado. Y esto es así, según su criterio, porque para entonces conoceremos con precisión las bases moleculares del proceso de metástasis. ¿Considera usted que con eso bastará? ¿Se siente capaz de elaborar una predicción más optimista aún? ¿Estamos realmente tan cerca de acabar con ese gran enemigo que es el cáncer?

Carlos López Otín (CLO). El cáncer es una enfermedad muy diversa y compleja, que nos ha acompañado desde el principio de nuestra historia como especie, ya que es consustancial al desarrollo evolutivo de organismos pluricelulares como nosotros. Por tanto, creo que no desaparecerá nunca y siempre habrá tumores malignos, que no tendrán una forma única de curarse sino maneras muy distintas que dependerán de las diversas alteraciones moleculares presentes en cada tumor de cada paciente. De hecho, la investigación oncológica actual lo que persigue precisamente es encontrar soluciones particulares para los distintos tumores y especialmente frente a aquellos que hoy todavía son incurables. El progreso es continuo, algo parecido a una lenta marea creciente de conocimiento que poco a poco se va convirtiendo en aplicaciones clínicas, pero no creo que se pueda hablar nunca de un control absoluto de todos los tumores.

 
JAG. Cuando en 1990 echó a andar el Proyecto Genoma Humano, la predicción era que el primer borrador de ese mapa de la vida que es nuestro genoma estuviera listo en un plazo de quince años, tras la inversión de más de 3000 millones de dólares. Hoy en día, con la tecnología con la que contamos en los laboratorios de biología molecular, podemos secuenciar el genoma de una persona en unos pocos días y por un precio que ronda los 1000 dólares. Este cambio tan brutal nos permite abordar proyectos tan ambiciosos como el Proyecto Internacional de Genoma del Cáncer, en el que usted participa, concretamente en el apartado de secuenciación del genoma de la leucemia linfática crónica. ¿Nos podría explicar en qué consiste este proyecto?

CLO. El cáncer surge de la acumulación de daños genéticos y epigenéticos en nuestro genoma. Para conocer con precisión la naturaleza y la magnitud de esos cambios, el mejor camino que hoy ofrece la Ciencia es la secuenciación del genoma completo de cada tumor de cada paciente. Con este fin, se creó en 2008 el Consorcio Internacional de los Genomas del Cáncer (ICGC) en el que investigadores de distintos países, con una importante participación española coordinada desde la Universidad de Oviedo y el Hospital Clínico de Barcelona, abordamos la tarea de descifrar el genoma completo de al menos 500 genomas tumorales de pacientes con cada uno de los tipos de cáncer más frecuentes. En nuestro caso, el proyecto se ha centrado en la secuenciación del genoma de enfermos con leucemia linfática crónica, la más frecuente en el mundo occidental. Los resultados de este proyecto que esperamos completar en los próximos meses, sumados a los de proyectos equivalentes sobre otros tumores, desarrollados en distintos países, permitirán disponer de una información fundamental acerca del paisaje genético del cáncer. En cualquier caso, este trabajo de secuenciación genómica sólo representa una etapa inicial que habrá que completar con estudios funcionales que permitan definir cuáles son las mutaciones impulsoras o conductoras de la transformación maligna y cuáles son meras acompañantes del proceso. También hay un largo camino por delante en la traslación hacia las aplicaciones clínicas de todo el conocimiento genómico generado.

 
JAG. Aunque parezca mentira, trabajar investigando con genes relacionados con el cáncer le llevó a enrolarse en un proyecto que resultó bastante mediático como fue el de la secuencia del genoma del chimpancé. Una de las conclusiones más llamativas de este proyecto, para la opinión pública, fue la que indicaba que la similitud entre el genoma humano y el del chimpancé era de, en torno, al 99%.  Lo que pasa es que hoy sabemos que la densidad de genes en los 3000 millones de nucleótidos que contiene el genoma es muy pequeña; en torno al 1,5%. Además, del resto de ADN, sólo menos de la mitad corresponde a ADN relacionado con genes. Y también sabemos que la presión evolutiva que ha sufrido una u otra parte de nuestro genoma no es la misma. Así, la pregunta es: ¿esas diferencias que se encuentran al comparar nuestro genoma con el del chimpancé están repartidas por igual a lo largo de toda la estructura primaria de nuestro material genético o es mayor en unas zonas que en otras?

CLO. Los primeros análisis comparativos entre el genoma humano y el de otros primates como el del chimpancé se centraron en las regiones codificantes de proteínas, y ésta fue precisamente la contribución de nuestro laboratorio a este fascinante y emocionante proyecto. Lo que se pretendía era definir las funciones génicas que se han adquirido, modificado, o incluso perdido durante nuestra propia evolución. Los resultados de estos análisis llevaron a concluir que, más allá de unas pocas e importantes diferencias en genes concretos, cambios en regiones reguladoras y en genes no codificantes de proteínas, podían contribuir al desarrollo de organismos tan próximos y a la vez tan diferentes en morfología, susceptibilidad a enfermedades, capacidades y comportamiento como los humanos y los chimpancés. Lógicamente estas diferencias genómicas no están distribuidas aleatoriamente en todo el genoma, y un reto actual de la investigación en este campo es definir con precisión la naturaleza y función de esos cambios reguladores que nos ayuden a encontrar nuevas claves para abordar una pregunta compleja con respuestas todavía  lejanas: ¿qué nos hace humanos?

 
JAG. Pasemos ahora a hablar del envejecimiento. Recientemente usted ha publicado que ya se conocen las nueve alteraciones moleculares que han de producirse para que un individuo envejezca. Podríamos decir que las primeras cuatro se dan a nivel primario en el genoma, el epigenoma, los telómeros y en la eliminación de proteínas, mientras que el resto se producen en respuesta a todo lo anterior, dando como resultado la “rendición” final del organismo. ¿Podemos pensar que conocido el problema, la solución se halla más próxima? ¿Es posible que en breve seamos capaces de trasladar el umbral de la muerte hasta puntos que hoy nos resultan inimaginables?

CLO. Tras leer Los viajes de Gulliver, El retrato de Dorian Gray, o El Inmortal de Borges no creo que tenga mucho interés perseguir la inmortalidad, ni siquiera buscar ningún elixir de eterna juventud. Afortunadamente, hoy, el estudio del envejecimiento se está abordando con una nueva perspectiva científica, evitando toda banalización y tratando de entender los mecanismos que subyacen al desarrollo de un proceso natural y universal en los humanos, aunque no en todos los seres vivos. Precisamente, nuestro reciente trabajo sobre las claves del envejecimiento publicado en Cell ha representado un esfuerzo integrador de teorías y resultados experimentales, con el fin de crear un marco de discusión para futuras iniciativas de intervención sobre el proceso de envejecimiento. Creo que en un tiempo no muy lejano, alguna de las estrategias propuestas de intervención sobre la senescencia celular ayudará a extender la longevidad con buena salud. En cualquier caso, en nuestro laboratorio y en este ámbito científico, ahora mismo tenemos otras prioridades, incluyendo la búsqueda de tratamientos para enfermedades tan devastadoras como los síndromes de envejecimiento prematuro o acelerado. 

 
JAG. Usted ha dicho en alguna ocasión que “el envejecimiento es un hecho evolutivamente inexorable, pero la longevidad es plástica”.  Pero, ¿dónde entra en juego la calidad de vida? ¿Es previsible la aparición de nuevas enfermedades relacionadas con esta longevidad dilatada? ¿Exigirán estos nuevos límites unas drásticas transformaciones sociales en el mundo desarrollado?

CLO. Vivir más sin vivir mejor no tiene ningún sentido. En mi opinión, todas las intervenciones científicas que se planteen en torno a la extensión de la longevidad deben tener como premisa fundamental mejorar la calidad de la vida y afrontar sin tregua la búsqueda de soluciones frente a las enfermedades que la comprometen. Generalmente, el progreso científico suele ir bastante por delante del progreso social, por lo que se requiere educación y formación, para que después la Sociedad pueda tomar decisiones sobre bases sólidas y bien informadas. Por eso, no es admisible decir que como soy de Letras, no quiero saber en qué consiste la reprogramación celular, la clonación terapéutica o la edición genómica. Sin duda, hoy, todos debemos ser al menos un poco de Ciencias, y asumir que disciplinas como la Biología Molecular están llamadas a ser una de las Humanidades del siglo XXI.

 
JAG. La tercera de las líneas de investigación en las que trabaja su grupo, como hemos avanzado, está relacionada con el análisis funcional de genomas. ¿Nos podría explicar en qué consiste esto, exactamente?

CLO. El genoma de cada una de nuestras células está construido por más de 3.000 millones de piezas que llamamos nucleótidos y que contienen información para hacer posible cada instante de vida en cada organismo. Hoy, a través de potentes y eficaces métodos bioinformáticos, podemos identificar las regiones del genoma que portan información correspondiente a genes, tanto los que codifican proteínas como los que codifican RNA. Pero en muchos casos no sabemos absolutamente nada acerca de la función de esos genes cuya existencia se predice a través de la informática. Asimismo, el conocimiento de las regiones del genoma que regulan la actividad de los genes, es todavía muy limitado. En nuestro laboratorio prestamos mucha atención al estudio de estos aspectos funcionales en los genomas que estudiamos, ya sea el genoma humano, los genomas del cáncer o los de organismos modelo de investigación biomédica. Para ello utilizamos fundamentalmente aproximaciones bioquímicas y genéticas, incluyendo la generación de animales modificados genéticamente que nos ayudan a elaborar hipótesis acerca de la función de distintos elementos del genoma.  

 
JAG. Se lleva tiempo hablando de la medicina personalizada y de cómo el conocimiento del genoma puede conducir a un diagnóstico y tratamiento más rápido y certero en todas aquellas enfermedades relacionadas de uno u otro modo con el ADN (al nivel que sea: metagenómico, epigenómico, exómico, etc.).  Pero el análisis de los datos a nivel bioinformático requiere aún de la presencia de un especialista. ¿Prevé que en breve cambie esta situación y que el manejo de grandes secuencias se simplifique hasta el punto de casi poder ser manipuladas por usuarios ajenos al mundo de la biología molecular?

CLO. El progreso de la informática en el ámbito de la Biología y de la Medicina es abrumador, y se avanza hacia el desarrollo de métodos que faciliten la interpretación del lenguaje genómico para cualquiera que tenga un mínimo de formación y curiosidad sobre estos temas. Sin embargo, es muy cierto que hoy, todavía es necesaria esa mirada humana que, apoyada en la experiencia y en la intuición, sirve para navegar en la complejidad de un genoma e interpretar la avalancha de  datos que nos ofrecen las técnicas de secuenciación masiva de ácidos nucleicos. En España hay todavía muy pocos expertos en estas tareas, así que habrá que tener paciencia y formar especialistas en estas nuevas disciplinas para no quedarnos atrás en la nueva era genómica que ya se ha instalado entre nosotros.  

 
JAG. Cambiemos de tercio. Quisiera ahora preguntarle por los premios y la ciencia. Personalmente considero que la divulgación es una obligación para el científico por dos motivos: primero, porque la mayoría de lo que se hace –al menos en nuestro país– se hace con dinero público. Una especie de “rendición de cuentas”; y, segundo, porque es una manera de acercar la ciencia a la sociedad. Pero al hilo de esto segundo, los premios concedidos a los científicos poseen la doble capacidad de acercar al ciudadano de la calle el conocimiento adquirido en el laboratorio y alejarlo del que lo consigue. Y digo esto porque cada uno de estos premios va cargado también con cierta sobredosis de vanidad. Es decir, el aura del científico reconocido puede convertirlo en una suerte de celebrity. ¿Cómo vive todo esto alguien como usted, a quien sólo le falta recibir el Príncipe de Asturias (aunque ya ha sido considerado en varias ocasiones como candidato) y el Nobel?

CLO. Los premios no son, ni serán nunca, el objetivo de nuestro laboratorio, pero se agradecen infinitamente cuando se reciben porque proporcionan un estímulo importante para continuar nuestro trabajo de investigación científica. Además, nos han otorgado una visibilidad en positivo, ya que han ayudado a difundir la idea de que desde una Universidad de la periferia española se pueden desarrollar trabajos en campos científicos complejos y competitivos, y publicar artículos en revistas del máximo impacto, de los que muchos nunca hubieran tenido noticia si no se hubieran diseminado a través de los medios de comunicación. En cualquier caso el mejor premio para un científico, y al menos en mi caso es el único al que aspiro, es el aprecio de sus discípulos y el respeto de sus colegas.    

 
JAG. Según los datos macroeconómicos presentados por el Gobierno de España, la crisis se está empezando a diluir. Pero en el ámbito científico esa supuesta mejora no ha tenido ninguna consecuencia positiva. ¿Cuál es su percepción respecto al estado de la ciencia en nuestro país? ¿Es posible que hayamos perdido un tiempo y una generación a la que no volvamos a recuperar?  ¿Cuál considera que tiene que ser la vía a seguir en cuanto a inversión en I+D+i se refiere?

CLO. Creo que mis reflexiones en torno a esta pregunta son ampliamente conocidas, las repito cada vez que tengo oportunidad, y las he puesto por escrito en un artículo titulado La Ciencia y la sonrisa de Sísifo, que se publicó en la revista de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (http://www.sebbm.com/revista/articulo.asp?id=10050&catgrupo=268&tipocom=24). Sólo cabe insistir en que un país sin Ciencia es un país sin futuro y sin influencia. Recuerdo siempre también que no son sólo los políticos sino la sociedad española en su conjunto la que no ha situado nunca el estudio, la cultura y la investigación científica entre sus actividades prioritarias. Pero hoy, como dijo el gran César Vallejo “voy a hablar de la esperanza”, y no puedo dejar de pensar que, tarde o temprano, se impondrá la idea de que la Ciencia no solo desteje el arco iris, sino que es todavía el mejor instrumento inventado por el hombre para mejorar el mundo y nuestra propia vida.

 
 JAG. Por último, le pedimos una recomendación. ¿Podría aconsejarnos algún libro, científico o no, de imprescindible lectura? Y una curiosidad. ¿Es cierto que tiene un ejemplar de Cien años de soledad, firmado por García Márquez, en el que se encuentra tachado “soledad” y sobreescrito “felicidad”?

CLO. No recuerdo un solo día de mi vida sin haber leído, por eso, hay tantos imprescindibles en mi lista de libros que no cabrían en unas pocas páginas; invocando la memoria del gran Ireneo Funes, en primer lugar escogería la obra de Borges en su conjunto, que he leído y releído en distintas etapas de mi vida y siempre he encontrado nuevas ideas y nuevas perspectivas, añadiría muchos libros de Saramago incluyendo Ensayo sobre la ceguera, novelas históricas y a la vez fantásticas de Mújica Laínez como El unicornio o Bomarzo, la poesía de Cernuda o de Francisco Brines, los cuentos y relatos breves de Eduardo Galeano, el trabajo de brillantes representantes de una nueva generación de escritores como el asturiano Ricardo Menéndez Salmón y, por supuesto, Cien años de soledad como el mejor ejemplo de literatura que “alumbra los territorios más oscuros de la imaginación”. Y sí, ese ejemplar del libro con una dedicatoria tan entrañable, representa uno de los pocos bienes materiales a los que tengo un verdadero aprecio.       

 
JAG. Muchísimas gracias. Ha sido un auténtico placer.

CLO. Gracias a ti por tu interés en nuestro trabajo

martes, 7 de octubre de 2014

CULTOS, RELIGIOSOS Y ÉTICOS. JUAN RAMÓN LACADENA

Cuando se escucha hablar a este Zaragozano que vio la luz en 1934 se tiene la sensación de que se está ante una de esas personas que nacieron para marcar una etapa. Juan Ramón Lacadena es un hombre de aspecto afable, gesto seguro y tono contundente, que imprime a su dialéctica el saber de toda una vida dedicada a la ciencia. Es miembro de la Sociedad Española de Genética –de la que fue socio fundador y presidente durante cinco años- y acaba de abandonar su despacho como Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid, donde ha sido catedrático de genética durante casi treinta y cinco años. Además, es Académico Correspondiente Nacional de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales del Instituto de España, y Académico de Número de la Real Academia Nacional de Farmacia del Instituto de España.
Hoy, con la amabilidad que siempre muestra, ha accedido a concedernos una entrevista para charlar sobre ciencia y literatura, y como siempre, sus palabras se presentan como la lección magistral de un genio que asume su condición con una lúcida sencillez.






(entrevista publicada en el número 13 de la revista digital elcoloquiodelosperros, en Mayo de2006)







José Antonio Garrido (JAG). Buenos días Juan Ramón. Comencemos hablando de ciencia y de esa palabra que la sociedad ha acabado por aceptar pero a la que costó acostumbrarse: clonación. Cuando en febrero de 1997 se anunció al mundo la existencia de una ovejita clónica llamada Dolly, el titular de un periódico con tintes sensacionalistas rezaba: “Hoy la oveja, mañana el pastor”. Además, con cierta asiduidad la literatura ha tratado el tema de la clonación humana y de las sociedades futuras con resignado catastrofismo. ¿Cree usted que esto no es más que un recurso literario o considera que existen motivos para ser realmente tan pesimistas en referencia al futuro y el uso de las herramientas que la ciencia pone en las manos del hombre?



Juan Ramón Lacadena (JRL). Buenos días José Antonio. Más que tintes sensacionalistas, yo diría que el titular de aquel artículo quería ser profético. Yo lo he utilizado en numerosas ocasiones porque me parece que fue un acierto de marketing editorial. De hecho, después de la oveja Dolly se han obtenido animales clónicos en más de una docena de especies de mamíferos: ratón, vaca, cabra, conejo, cerdo, caballo, mula, ciervo, gato, perro, etc. Puesto que podemos admitir que los avances en genética de la reproducción y embriología de mamíferos de laboratorio o domésticos son extrapolables a la especie humana, eso significa que lograrlo en la especie humana no es cuestión más que de decisión, dinero… y de ética. No obstante, la realidad, hoy por hoy, es que está siendo muy dificultosa la clonación en humanos. Descartando las fraudulentas investigaciones llevadas a cabo en 2004 y 2005 por el Dr. Hwang en la Universidad de Seúl que acumulaban más de sesenta embriones humanos obtenidos por la técnica de transferencia de núcleo, la realidad experimental se reduce a dos embriones, uno de los cuales no llegó a pasar del estadio de seis células y el otro apenas alcanzó el estadio de blastocisto. Pero, insisto, si no se ponen barreras éticas y legales al final se podría llegar a la obtención de embriones humanos clónicos.






JAG. En Febrero de 2001 se publicó la secuencia del genoma humano, mientras que en septiembre de 2005 fue la del Chimpancé la que salió a la luz en la revista Nature. Análisis comparativos de ambas secuencias concluyen que el número de genes codificantes de proteínas en ambos casos ronda los 20.000 –un número considerablemente inferior al que se esperaba, al menos para el hombre-, y que las proteínas ortólogas (equivalentes) a las que estos genes dan lugar son enormemente similares. Ante este hecho cabe plantearse una serie de cuestiones bioéticas como qué nos convierte en humanos y qué a ellos en chimpancés o en qué sentido ha dirigido la evolución esas pequeñas diferencias para convertirnos en lo que somos. ¿Cuál es su opinión al respecto?



JRL. Efectivamente, los primeros borradores casi completos de secuenciación del genoma humano se hicieron públicos simultáneamente en 2001 por los dos grupos de investigación privado y público que competían en la carrera y que coordinaban, respectivamente, los Doctores J. Craig Venter y Francis Collins. Tres años más tarde, en 2004, el Consorcio Internacional presentó la secuencia prácticamente definitiva de un 99% del genoma humano.
En relación con la pregunta que me hace, recuerdo que en el Congreso sobre “El Derecho ante el Proyecto Genoma Humano” que, organizado por el Dr. Santiago Grisolía, tuvo lugar en Bilbao en 1993, el Doctor Venter habló del interés de acometer el “Proyecto Genoma Chimpancé” como base para comparar nuestro genoma con el del chimpancé, nuestro pariente evolutivo más cercano entre las especies que han sobrevivido en el proceso de la evolución en la línea filogenética de los Póngidos puesto que en la línea de los Homínidos solamente ha subsistido la especie humana. Pues bien, efectivamente, como usted dice, en 2005 se presentó un primer borrador –todavía incompleto – del genoma del chimpancé. De la comparación de ambos genomas, el suyo y el nuestro, se deduce que compartimos en torno al 99% de las secuencias de ADN. Sin embargo, ellos son monos y nosotros somos seres humanos. ¿Por qué es esto así? ¿qué nos diferencia?
Se han escrito miles de páginas tratando de establecer las diferencias entre los seres humanos y el chimpancé o cualquier otra especie de grandes simios como son el gorila y el orangután. A mí me satisface intelectualmente la siguiente contestación: Los seres humanos tenemos tres singularidades que no tiene ninguna otra especie animal: 1) Somos sujetos cultos; es decir estamos genéticamente capacitados para utilizar el lenguaje simbólico. La cultura humana comenzó cuando un primer homínido fue capaz de contarle a un congénere suyo mediante un lenguaje simbólico algo que había hecho. 2) Somos sujetos religiosos; es decir, estamos genéticamente capacitados para preguntarnos por el sentido de la vida, nuestro origen y destino. Somos capaces de trascender de nosotros mismos preguntándonos por la existencia de Dios y aceptar libremente la respuesta afirmativativa o negativa. ¿Usted cree que un chimpancé se puede hacer tales planteamientos? 3) Somos sujetos éticos; es decir, estamos genéticamente capacitados para prever la consecuencia de nuestros actos, para hacer juicios de valor, distinguiendo el bien del mal y optar libremente por hacer el bien o hacer el mal.
En este contexto se podría hacer referencia al Proyecto Gran Simio que trata de extender a los chimpancés, gorilas y orangutanes la comunidad de iguales que constituimos los seres humanos. El Proyecto Gran Simio, que surgió en 1993 liderado por el filósofo Peter Singer, ha sido objeto recientemente de una polémica social en España al haber sido presentada por el Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados una Proposición No de Ley instando al Gobierno a que se adhiriera a dicho Proyecto.







JAG. Hace apenas unas semanas se aprobó en el Pleno del Congreso la Ley sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida que legaliza el diagnóstico genético preimplantacional, una técnica que permite detectar determinadas anomalías en el embrión y transferir al útero materno únicamente los embriones genéticamente “normales” para los cromosomas estudiados. Con esta técnica se podrían evitar enfermedades como la Distrofia muscular de Duchenne o la Anemia de Fanconi. Pero la Iglesia Católica, como en otros tantos aspectos relacionados con el avance de la ciencia, ha emitido su desaprobación pública. Parece que el desencuentro Ciencia-Iglesia fuera total. ¿Cree que hay un punto en el que ambos pudieran –o tendríamos que decir “debieran”…– confluir? ¿Son realmente inmiscibles la doctrina católica y el devenir de la ciencia?



JRL. La pregunta que me hace es muy compleja y necesitaría mucho tiempo y espacio para responderla. Empezaré contestando por el final: yo sí creo que la Ciencia y la Creencia son compatibles y que están obligadas a entenderse. Más aún, le puedo decir que yo soy un científico creyente y no me considero una especie de esquizofrénico intelectual porque sé hasta dónde llega la Ciencia y dónde comienza la Creencia. Lo que no se puede hacer es mezclar las cosas como ha sucedido, por ejemplo, con la controversia “creacionismo-evolucionismo” en los Estados Unidos. Muchas veces ocurre en estos temas controvertidos que el conocimiento científico es tan grande que el saber “cómo” ocurren las cosas se confunden con el “porqué”. Sobre estos temas he escrito muchos artículos y un pequeño libro que se titula “Fe y Biología”.
Respondiendo ahora a la primera parte de su pregunta le diré que, en mi opinión, el tema de la selección de embriones –y cuando de habla de selección debemos ser conscientes de que en la otra cara de la moneda está la eliminación de embriones– no es un problema de religión, sino que es un problema ético que cada cual resuelve en función de sus propios criterios bien fundamentados. Hace ya unos cuantos años decidí abandonar la bancada de laboratorio para dedicar todo mi tiempo a la reflexión y el diálogo interdisciplinar entre la Genética –que es mi profesión– y la Bioética. Jamás me he arrepentido de esa decisión; hasta tal punto que en 2004, a mis setenta años, obtuve el grado de magíster en Bioética.







JAG. La literatura y la ciencia son campos de la creación o del conocimiento que, a pesar de tener muchos puntos en común, tradicionalmente suelen presentarse separados y divergentes. No obstante, hay muchos escritores que han tocado con acierto en sus novelas cuestiones científicas como es el caso de Julio Verne o Aldous Huxley, por citar sólo a los más famosos, y científicos que han desarrollado su labor literaria con reconocido éxito como es el caso de Conan Doyle, Asimov o el doctor Marañón. ¿Cree que el respeto por entrar en un campo que se considera ajeno puede estar haciendo que nos perdamos grandes joyas literarias o a ilustres escritores con formación científica?



JRL. Estoy totalmente a favor de una actividad intelectual que combine los conocimientos científicos y las dotes de escritor. Aquí me gustaría deslindar dos situaciones distintas: una es la del científico que además es escritor de gran valor literario −pongamos por ejemplo al Dr. Marañón, al que usted ha citado− y otra la del científico que además es un gran divulgador. La divulgación científica es necesaria para educar a la sociedad. Es importante saber transmitir en lenguaje asequible al ciudadano medio las realidades y logros de la investigación. Además, en estos momentos actuales en los que los avances científicos son tan espectaculares, pero a la vez repletos de problemas éticos, es nuestra obligación comunicar a la sociedad los temas más complejos con la mayor claridad posible, contribuyendo a que el ciudadano forme su propio criterio sobre temas en principio difíciles de comprender. Se trata de evitar la “manipulación social” que a veces acompaña a la “manipulación genética” y que no se confunda la “opinión pública” con la “opinión publicada”.






JAG. El trabajo del penúltimo Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, el neurólogo portugués Antonio Damasio, ha sido fundamental en la comprensión del funcionamiento de las áreas cerebrales en las que están involucradas la toma de decisiones y la conducta, además de establecer las bases cerebrales del lenguaje y la memoria. ¿Considera que la Genética debería tener la última palabra al respecto, debiendo fijarse las bases de la conducta humana en la secuencia génica del individuo?



JRL. Desde hace muchos años, en mis libros de Genética y en mis clases en la Universidad vengo defendiendo que el “comportamiento” es el último componente del desarrollo, que empieza por la proliferación celular, la citodiferenciación, la histogénesis, la organogénesis y la morfogénesis. Haciendo una analogía, en la Genética del Desarrollo se pasa del gen unidimensional y las hojas blastodérmicas bidimensionales a la morfogénesis tridimensional y al comportamiento multidimensional.
¿Cómo definir el comportamiento? Para mí, la mejor definición de comportamiento se la leí al Profesor Pinillos: por comportamiento se puede entender “cualquier reacción a cualquier estímulo”. La virtud de esta definición tan sencilla es que abarca todo tipo de comportamiento, desde los tropismos y las taxias más simples a los comportamientos más complejos como son los reflejos, los instintos, el aprendizaje y la inteligencia.
El estudio de la Genética del Comportamiento tiene varias dificultades como son: 1) La dificultad de definir y valorar el carácter que se quiere estudiar. 2) La distancia tan grande que hay –hablando en términos genéticos– entre el genotipo y el fenotipo o pauta de comportamiento. Pensemos en los receptores que reciben el estímulo, el sistema intermediario nervioso o endocrino que lo procesan y los efectores que realizan la respuesta y que todos ellos pueden estar genéticamente determinados. 3) En tercer lugar hay que considerar la influencia del ambiente que puede interferir y modificar la acción de los genes. En los estudios de genética del comportamiento humano hay que ser muy prudentes, no podemos decir sin más ni más que todo es debido a los genes −a la secuencia del ADN en los términos de su pregunta− ni que los genes no juegan papel alguno y que todo es debido al ambiente, como a veces se oye decir. En la especie humana hay muchos caracteres de comportamiento en los que no hay duda alguna de que existe una influencia genética y una influencia ambiental; lo importante es tratar de dilucidar en qué medida influyen ambos componentes. En muchas situaciones hay que huir de los determinismos genéticos absolutos, pasando a las “predisposiciones” o “susceptibilidades” en término de probabilidades.







JAG. Libros como “El mono desnudo”, de Desmond Morris, “El pulgar del panda”, de Stephen Jay Gould, y el archiconocido best-seller de Richard Dawkins, “El gen egoísta” tratan, de modo ameno y entretenido, a la par que con rigor científico, cuestiones como la evolución de las especies, la paleontología o la genética, y tienen una más que aceptable acogida del Gran Público. ¿No cree que el científico debería poner más a menudo los pies en la tierra para desarrollar una labor divulgativa que contribuiría al acercamiento de la ciencia a la sociedad?



JRL. Ya he hecho referencia antes a la divulgación científica. Lo que ocurre es que hay muchos magníficos científicos que ni oralmente ni por escrito saben divulgar su ciencia, lo mismo que siendo buenos científicos son malos profesores.






JAG. En el libro “El gen egoísta” la teoría que su autor trata de desarrollar viene a decir algo así como que la gallina es la herramienta que tiene el huevo para dar lugar a otro huevo (famoso aforismo de escritor inglés Samuel Butler), pero llevado a la genética. Es decir, un organismo vivo no es más que lo que estructuralmente su material genético le exige que sea. ¿Considera usted que esta afirmación nos deja indefensos en cuanto al comportamiento humano se refiere? ¿Qué lugar ocuparía la ética y la moral, si al fin y al cabo no somos nada más que la consecuencia de lo que nuestros genes precisan para perpetuarse?



JRL. Su pregunta resulta un tanto reduccionista y frustrante si las cosas fueran al pie de la letra como usted la plantea. Cuando se produce la fecundación de dos gametos se forma un cigoto que, tras un maravilloso proceso de desarrollo genéticamente controlado, dará lugar a un individuo de la especie a la que pertenecen los gametos en cuestión: a un ratón, a un perro o a un ser humano, según el caso. Respondiendo en forma parecida a una cuestión anterior que usted me ha planteado en esta entrevista, la información genética que tiene ese organismo en desarrollo le capacita a ser lo que es y comportarse como tal. El ser la consecuencia, entre comillas, de nuestros genes no nos impide desarrollar nuestros atributos morales.






JAG. Han pasado poco más de sesenta años desde que Avery, MacLeod y McCarty demostraran que el “principio transformante” responsable del fenómeno de transformación bacteriana era el ácido desoxirribonucleico, es decir, que el ADN es el material hereditario. Unos pocos años después un jovencísimo Watson (sólo tenía 25 años por entonces) y el científico británico F. Crick publican el modelo estructural de la doble hélice en la revista “Nature”. Desde entonces la Genética ha avanzado a pasos agigantados y a un ritmo vertiginoso. ¿Prevé que el futuro más inmediato sea tan “generoso” en cuanto a grandes descubrimientos o desarrollo de técnicas fundamentales en la Ingeniería Genética se refiere?



JRL. Sí. La regla de oro de la investigación tiene tres componentes: 1) Hacer una pregunta importante; 2) elegir la especie biológica idónea para tratar de responderla, y 3) utilizar la metodología conceptual e instrumental más adecuada. En cierta ocasión realicé un estudio sobre la historia de la Genética a la luz de lo premios Nobel, dándose la casual circunstancia de que la Genética empezó con el redescubrimiento de las leyes de Mendel en 1900 y la Fundación Nobel comenzó su vida en 1901, así es que se puede hacer un estudio paralelo de la historia de la Genética y los premios Nobel concedidos a científicos de diversos campos de la Genética. Hasta el año 2005 se ha concedido el premio Nobel en 31 ocasiones a 66 científicos del ámbito de la Genética, bien fuera por sus ideas geniales conceptuales que supusieron hitos importantes en la ciencia genética −como, por ejemplo, contestar a las siguientes preguntas ¿qué son los genes? ¿cómo se organizan y transmiten?¿cómo y cuándo se expresan? ¿cómo cambian?− o a científicos que introdujeron nuevas técnicas instrumentales que permitieron avanzar en nuevos campos de investigación como son, por ejemplo, las técnicas de secuenciación y de amplificación del ADN, las moléculas de ADN recombinante, la mutagénesis dirigida, los anticuerpos monoclonales o las endonucleasas de restricción. Todos los años, cuando se acercan las fechas en el mes de octubre en las que se hacen públicos los nuevos galardonados hago mi propia quiniela: yo creo que los científicos pioneros en los campos de la genómica, las células troncales embrionarias o los ratones transgénicos knockout mediante recombinación homóloga, por ejemplo, pueden ser futuros candidatos a ser galardonados con el premio Nobel.






JAG. Por último, recomiéndenos un libro, de carácter científico o no, que le haya dejado un agradable sabor de boca.



JRL. El último libro que he leído ha sido “Anatomía del fraude científico” de H. F. Judson, traducido este mismo año 2006 por Editorial Crítica. Me ha resultado muy interesante aunque deja un cierto sabor amargo por lo que supone de falta de comportamiento ético en el mundo de la investigación. Es un libro aconsejable para ser analizado y debatido en seminarios o cursos de doctorado para formar a los jóvenes que inician su carrera científica, alertándoles para que no sucumban ante las muchas presiones con las que se van a encontrar.






JAG. Muchas gracias por todo. Es un placer compartir unos minutos con alguien como usted.



JRL. Muchas gracias a usted. El placer es compartido.